Los cementerios surgen a principios del siglo XIX suponiendo una renovación y una revolución del sistema de enterramiento, que hasta entonces se hacía en las iglesias parroquiales, pretendiendo evitar la propagación de epidemias. Así nacen estas “ciudades de la memoria” en las que se proyectan las ciudades de los vivos.

El cementerio de Zaragoza, proyectado sobre una superficie rectangular en el monte de Torrero, fue terminado en 1834, aunque el crecimiento de la población ha hecho necesarias sucesivas ampliaciones.

Configurado en calles o andadores y en manzanas o cuadros, con bancos, árboles y farolas, como si de una ciudad se tratara, el cementerio de Torrero es un espacio para la actividad funeraria, pero lo es también para el paseo y la contemplación del arte funerario de gran calidad que contiene.

El itinerario que realizamos nos acercará a las obras artísticas de mayor interés y supone un reto de composición fotográfica diferente.

Aquellos de vosotros que queráis conocer con más detalle la propuesta, o ubicar el punto de encuentro, podéis consultar el folleto “Ruta Arte Funerario”, editado por el Ayuntamiento de Zaragoza, con el que acompañamos este escrito y en el que basamos nuestro Paseo fotográfico.

Carlos Ruiz

Carmen Mateos

Elena Gil